Ofrecimiento solemne de cumplir con rectitud y fidelidad un determinado deber. Esa es la definición de promesa.
«Nos dejaremos si nos queremos dejar» – Leiva.
Ahora mismo, en el 2022, todo el mundo promete de todo a todas horas. Las personas se prometen amor eterno con diferentes individuos, mínimo 4 veces al año.
«La promesa» se publicó en 1871. Pedro incumple su palabra porque se va a la guerra, a Sevilla.
Ahora que no hay guerras ¿Una promesa vale lo mismo? ¿Cuánto valía entonces?
Margarita espera que Pedro vuelva. Le espera toda la vida. Pese a la deshonra. Pese a todo.
¿A los humanos nos hace falta dolor, guerra y vinagre en las heridas para sentir, para comprometer nuestros sentimientos?
Si ahora Pedro se fuese a la guerra, ¿Margarita le esperaría, o conocería al segundo amor de su vida en Gunilla?
Tal vez, la guerra esté en Almagro 10 y la paz yéndonos a la guerra.
Ya que en España hoy no hay guerra, mejor que no te prometan promesas de paz.
«Que ser valiente no salga tan caro». Que se lo digan a Pedro.
¿Ganaría la guerra? Nunca se lo pudo contar.
I
La niña tiene un amante
que escudero se decía;
el escudero le anuncia
que a la guerra se partía.
-Te vas y acaso no tornes.
-Tornaré por vida mía.
Mientras el amante jura,
diz que el viento repetía:
II
¡Mal haya quien en promesas de hombre fía!
El conde con la mesnada
de su castillo salía:
ella, que le ha conocido,
con gran aflicción gemía:
-¡Ay de mí, que se va el conde
y se lleva la honra mía!
Mientras la cuitada llora,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas de hombre fía!
III
Su hermano, que estaba allí,
éstas palabras oía:
-Nos has deshonrado, dice.
-Me juró que tornaría.
-No te encontrará, si torna,
donde encontrarte solía.
Mientras la infelice muere,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas de hombre fía!
IV
Muerta la llevan al soto,
la han enterrado en la umbría;
por más tierra que la echaban,
la mano no se cubría:
la mano donde un anillo
que le dio el conde tenía.
De noche, sobre la tumba,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas de hombre fía!
Apenas el cantor había terminado la última estrofa, cuando rompiendo el muro de curiosos, que se apartaban con respeto al reconocerle, el conde llegó adonde se encontraba el romero, y cogiéndole con fuerza del brazo, le preguntó en voz baja y convulsa:
-¿De qué tierra eres?
-De tierra de Soria -le respondió éste sin alterarse.
-¿Y dónde has aprendido ese romance? ¿A quién se refiere la historia que cuentas? -volvió a exclamar su interlocutor, cada vez con muestras de emoción más profunda.
-Señor -dijo el romero clavando sus ojos en los del conde con una fijeza imperturbable-, esta cantiga la repiten de unos en otros los aldeanos del campo de Gómara y se refiere a una desdichada cruelmente ofendida por un poderoso. Altos juicios de Dios han permitido que al enterrarla quedase siempre fuera de la sepultura la mano en que su amante le puso un anillo al hacerle una promesa. Vos sabréis quizá a quién toca cumplirla.
V
En un lugarejo miserable y que se encuentra a un lado del camino que conduce a Gómara, he visto no hace mucho el sitio en donde se asegura tuvo lugar la extraña ceremonia del casamiento del conde.
Después que éste, arrodillado sobre la humilde fosa, estrechó en la suya la mano de Margarita, y un sacerdote autorizado por el Papa bendijo la lúgubre unión, es fama que cesó el prodigio, y la mano muerta se hundió para siempre.
Al pie de unos árboles añosos y corpulentos hay un pedacito de prado, que al llegar la primavera se cubre espontáneamente de flores.
La gente del país dice que allí está enterrada Margarita.
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